domingo, 17 de diciembre de 2006

Deja que el tiempo te muestre

Las palabras que se dispersan fácil
Un te amo que alienta recuerdos… el primogénito, el único y verdadero
El que reaviva un sueño terrible, un desamor que carcome a color.

La calle vacía, el ruido invisible y sus ojos lejanos imaginando el verdadero amor, el ya encontrado. Nada más triste que el semáforo en rojo y su camisa reflejando lo que nunca será.



La virgen fracturo su porcelana contra la pared, los manteles verdes volaron tras la puerta, las fotos se carcomieron es su propio vidrio, El caos vestido de casa, los libros desnudos de paginas.

La muñeca que regala besos llorando al lado de una flor de papel olvidada, el diccionario de las palabras nunca nombradas en sus brazos – como quien abraza los recuerdos – el perfume intocable recordaba los atardeceres decepcionantes pero hermosos; el amor en la inmensidad del cielo, las canciones que se enmarañaban entre los besos cansados y finalmente las enredaderas en el vientre se inundaban de las flores voladoras – mariposas idealizadas-.

La muñeca que regala besos cerro sus labios para siempre, sentada en una alfombra bañada en recuerdo, sello su sucursal de amores, perdió a su enamorado de manera inadmisible. La muñeca esta cansada de de esperar y se zurce los labios con hilo de seda (ya no besa, no canta, ya no abruma, no habla, ya no come, no suspira, ya no sonríe).

Se muere sin sus rizos chocolatazos, a la sombra de amantes nunca alcanzados, se muere de a poco mientras llega la noche, con su cuerno de marfil bajo el corazón.

La muñeca que regala besos esta muriendo pero nunca morirá.



La verdad nada es fácil, para los que sueñan es fácil soñar y la vida es sencillamente un caos que enamora.



Abrázate a mi interminable espinazo, te llevo a volar un rato a donde la luna es el cielo absoluto…

Mejor no, ¿para que quieres todas las respuestas?

1 comentario:

Santiago Jiménez Ramírez dijo...

Qué Pánico me produjo leer que estás muriendo, no te me mueras corazón.