¿Para què regalar ramas a un àrbol?A veces pasa la vida liviana, ligera en su insoportable levedad, inconclusa como una garganta atravesada por los restos de un poema sin nombrar, desarmable igual que un corazón ya roto (pegado con curitas), como El cielo roto esperando ser soldado con saliva.
Equipaje en las manos, El corazón cargado, en el corazón el tuyo -Llevo tu corazón conmigo, lo llevo en mi corazón- tu corazòn; la almo-hada siempre en el brazo, para tener que abrazar, (en los días y en las noches) un abrazo deseoso. No van las ropas, desnudarse de una vez y por siempre; seguramente va un pañuelo verde y tres poemas olvidados que nunca nadie más leyó y por los que se ama, un bufón de tela, una nota revolucionaria, un libro robado, un encendedor que quiere ser sol, el corazón de plástico, las flores amarillas, la música de Sui marcada con azul y por supuesto una concha al cuello.
Las ansias de un beso se las deja a los dioses, las letras al que las quiera, la voz al primer crítico, los ojos son del cielo.