miércoles, 6 de diciembre de 2006

Dos de tres

Canta a lo lejos un ruiseñor que murió hace días y lo lloran sus flores, sus tristes alegrías.

Tú sabes que la culpa fue del viento, de los que venían del sur, unos con olor que no recuerdo; también olvidaste que se quedaron las cosas menos importantes, las que yo mas quería, las dejaste al lado del perro que regalaste porque nunca lo quisiste. La culpa la tuvo el tiempo que cambìo de repente, igual mi ruiseñor divino vivia en una jaula porque yo no quise cortarle las alas y tu no quisiste dejarlo ir.

Colaboro el sol que se negó a salir en meses, porque cada semana hacia más falta y las alas se fueron aburriendo del nublado cielo que se le meaba en la cara. Tu y el sol se entienden y no se te dio la gana de pedirle el favor de salir por lo menos un rato en las mañanas... o en las tardes, a quién le importa. Fueron los cables, los satelites internacionales, las señales lejanas; yo querìa ponerle una inyecciòn de inmortalidad pero... no fue.

La culpa es mía, el ruiseñor lo mate yo, estaba agonizando de frió, de hambre. Con sus ojos claros, por las cataratas del tiempo, me miro y lo odie por ver mi reflejo en ellos, yo le di la cicuta y el me obligo a desechar mi vientre, a desabilitar mi alma y el corazòn -corazòn coraza-.


Pero no se murió con el veneno, ya se había tomado un par de pastillas, una docena dijo el búho; solo quería hacerme sentir culpable para que no me fuera nunca. Al ruiseñor lo mataron las pepas y la distancia que hizo más evidentes los cambios del paisaje y las palabras.

Más pudo la muerte y te quedaste con tres cuartos de la magia para que apuestes en las canicas y otros juegos varios, en damas quizas.


Al ruiseñor se le olvidò llevarse el amor.

3 comentarios:

Natalia dijo...

Se enredan con los cables del telefono y mueren en medio de las conversaciones que no llega a nada... justo cuando se corta la llamada.

Anónimo dijo...

Yo quiero ser un ruiseñor...

Santiago Jiménez Ramírez dijo...

El sui-señor